La mezcla es el corazón de la mayoría de los sistemas de producción en la industria de procesos químicos, la industria farmacéutica, la industria alimentaria y las industrias aliadas. Es de vital importancia en el procesamiento de sólidos, líquidos y gases en las industrias de polímeros, vidrio, cerámica, materiales de construcción, pulpa y papel, petróleo y energía, y en sistemas de tratamiento de residuos industriales.

Por definición, la mezcla es el proceso de combinar a fondo diferentes materiales para producir un producto homogéneo. La mezcla resultante en la mayoría de los casos es una combinación de materiales diferentes. En algunos casos, un material químicamente homogéneo puede mezclarse para producir una mezcla uniforme de un peso o volumen deseado con una distribución consistente del tamaño de partícula, color, textura u otros atributos requeridos. La mezcla es un proceso crítico porque la calidad del producto final y sus atributos se derivan de la calidad de la mezcla. La mezcla inadecuada da como resultado un producto no homogéneo que carece de consistencia con respecto a los atributos deseados, tales como composición química, color, textura, sabor, reactividad y tamaño de partícula.

La amplia variedad y la complejidad cada vez mayor de los procesos de mezcla que se encuentran en las aplicaciones industriales requiere una cuidadosa selección, diseño y ampliación para garantizar una mezcla eficaz y eficiente. La eficiencia mejorada de la mezcla conduce a tiempos de ciclo de lote más cortos y costos operativos. Los sistemas de producción competitivos de hoy en día requieren equipos robustos que sean capaces de tiempos de mezcla más rápidos, menor consumo de energía y adaptabilidad de equipos para su uso con múltiples productos. Además, además de llevar a cabo operaciones de mezclado, muchos mezcladores modernos están diseñados para combinar diferentes pasos de procesamiento en un solo equipo: por ejemplo, revestimiento, granulación, transferencia de calor y secado. Un mezclador ya no es una herramienta de producción genérica, sino una herramienta comercial crítica y decisiva. Esto se debe a que la rentabilidad y la ventaja competitiva dependen de mejoras sutiles en la calidad del producto a través de ganancias en el rendimiento y la eficiencia de la mezcla. Una buena mezcla es imprescindible para minimizar la inversión y los costos operativos, proporcionando altos rendimientos y, por lo tanto, mejorando la rentabilidad.